Tienes que influir en ellos; ¡no dejes que ellos influyan en ti! Jeremías 15:19 (NTV)
Cuando se trata de nuestras relaciones personales, existen dos grandes grupos que debemos identificar: a los que influyo y los que me influyen.
La razón por la que Jesús no tenía problemas en pasar tiempo con los “pecadores y alborotadores” de aquel entonces, era porque Jesús los influenciaba a ellos, y no lo contrario.
A veces nos hace falta ese filtro. Colocamos a las personas en un grupo en el que no deberían estar: Dejamos que nos influyan aquellos a quienes deberíamos influir.
Nadie puede dar nada que no tiene. Si quieres acercar a tus amigos a Dios, primero debes acercarte tu a Dios. Una vez lo hayas echo, puedes regresar e influenciarlos. Pero en este caso, el orden de los factores sí afecta el producto.
Recuerda que cualquier relación que te aleje de Dios, seguramente no viene de Dios.