El otro día estaba leyendo la edición de Junio 2013 de la revista National Geographic, que está dedicada en gran parte a conmemorar una de las pasiones que unen a toda la humanidad: la exploración. En ella se rinde honor a pioneros exploradores que por primera vez documentaron con fotografías y video lugares como la antártica, lo mas profundo del océano, la cima el Everest, etc.
Yo diría que una de los principales motivaciones para la exploración de lo desconocido es la curiosidad. Cierto, hay temas de reconocimiento, aporte, y hasta motivaciones financieras, pero en el fondo, simplemente queremos saber qué hay mas allá de donde núnca hemos estado. Nos parece fascinante cuando vemos por primera vez algo que no se ha visto antes. Por eso me pareció sumamente humano y atinado que la NASA haya nombrado Curiosity, o “curiosidad”, al robot exploratorio que envió a Marte en noviembre del 2011.
El poder de la curiosidad como inocente motivación es enorme. El deseo de querer saber más, de aprender más, de ver más, de intentar más nos puede llevar más lejos de lo que creemos.
Es necesario que recuperemos esa inocencia ante nuestro mundo y entorno, y que lo veamos con curiosidad. Esta nos empujará a preguntar, explorar, investigar y descubrir. Y sólo así, como alguna vez lo hicieron los primeros exploradores, vamos a mostrarle al resto del mundo cosas que núnca antes han visto.
Si la curiosidad nos llevó a marte, ¿imagina a dónde te puede llevar a tí?