“Dichoso aquel a quien se le perdonan sus transgresiones, a quien se le borran sus pecados.” Salmos 32:1 NVI
El pecado todavía es uno de los problemas más grande que tiene la humanidad, y todos y cada uno de nosotros tenemos parte en ello.
Sin embargo, pareciera ser como que el discurso moderno trata de aliviar el peso del pecado en nosotros, tratando de justificar o restarle importancia.
El problema con esto es que cuando creemos que el pecado en el que vivimos no importa, entonces dejamos de sentir la necesidad del sacrificio de Jesús en la cruz.
Ninguno de nosotros puede salirse del pecado. Necesitamos que nos saquen. Y el único que puede hacerlo es Jesucristo.
Reconozcamos eso, y solo entonces, vamos a poder disfrutar una de las dichas mas grandes: que Jesús borre nuestros pecados.