Por lo tanto, ya no hay condenación para los que pertenecen a Cristo Jesús; y porque ustedes pertenecen a él, el poder del Espíritu que da vida los ha libertado del poder del pecado, que lleva a la muerte. Romanos 8:1-2
Muchos de nosotros ya hemos pasado por ese proceso que conocemos: Hemos reconocido que hemos pecado, le hemos pedido perdón a Dios y tal y como lo promete en la Biblia, Dios nos perdonó.
Sin embargo, pareciera como que muchas veces nos quedamos estancados en algún punto. Puede ser que dudemos que en realidad Dios nos perdonó, que dudemos si pedimos perdón de la forma correcta, o que creamos que nuestro pecado en particular requiera un numero mayor de oraciones para pedir perdón que sólo una vez.
Muchas veces el problema se resume a la falta de perdón, pero no de parte de Dios, sino de nosotros mismos.
Cuando le hemos fallado a Dios y lo hemos reconocido, algo adentro nos dice que no podemos confiar en nosotros nuevamente. Desconfiamos de nuestra capacidad de no volver a fallar, de nuestras fuerzas, y de nuestra determinación a decir ‘no’ a la tentación.
Si Dios ya te ha perdonado, es tiempo que te perdones a ti mismo también. Cualquier duda que tengas acerca de ti se desvanece cuando te das cuenta que no tienes que enfrentar la tentación nuevamente solo. No tienes por qué luchar contra el pecado únicamente con tus fuerzas. Mas que perdonarte, Dios quiere ayudarte a vencer la tentación y el pecado, juntos.